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In memorian Sergio Oiarzabal (1973-2010)

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    "Para mí el que es poeta, lo es; no hay buenos ni malos poetas: o se es poeta, o no se es, sin medias tintas. La poesía es un lenguaje místico. La poesía es como el blues: común y minoritario, pero existen cientos de grupos. Los lectores de poesía son muy fieles, muy conocedores del tema y saben qué leer y qué comprar" ...

Pequeña Elegía

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Te abrazaría ahora como la primera vez. Te abrazaría para no terminar, para hacerte pequeño como una contradicción, para limpiarme la prole insoportable del mundo en tu pureza. Te abrazaría en cada estación, sobre cada puño de tierra, bajo cada sol rojo, como tú y yo haciendo primaveras cuando cortábamos las flores largas del anunciamiento. Así al caminar mañana junto a las lenguas del mar mi figura sería la de un hombre torcido, al abismo de su próximo paso, como ahorcado sobre un aire sostenido que no le pertenece. Y la espuma me devolvería un horizonte de papeles blancos sobre los que no podría escribir siquiera mi nombre, tan tuyos son.
Cada día arden más pájaros. Cielos combados en una mueca de bronce los lanzan como crímenes sobre nosotros, y cuando se hunden aquí ya no son más pájaro, sólo hueso, armas, recuerdo. Y sé que nada volverá a volar cuando pasen las lluvias de tu iglesia.
Estamos aprendiendo a respirar porque dejas un todo irrespirable, como si vivir fuera deshonesto. Y en ese todo arrecia la brutal ceremonia de lo impostergable, y todas las mujeres ya besan como si en efecto cada beso fuese la última vez y todos los hombres ya ríen como si definitivamente cada risa fuese la última vez y todos los hombres y mujeres hacen el amor como si por fin no hubiera mañana y por fin el mar se comiese la tierra en un orgasmo único, silencioso y planetario. Esto es el fin del mundo, hermano, y tú no estás para verlo.
Es pronto para decir te quiero porque nunca podrás sellar la despedida, ahora que abrasas mi memoria. Pero te soltaré porque vendrás luminario removiendo la tierra como un rosal interminable que todo lo cubra y tu mano insurrecta se alzará como el eclipse de un niño alejándose del beso y el viento tomará prestado el color de tus ojos para reflejarse en cada fruta, en cada manantial y en cada nube. Y siempre una de mis lágrimas será para ti cuando la deuda regrese a pedirme justicias y a fe que no la entregaré jamás salvo a la antigua marea que te merezca y te reclame suyo. Porque esta ausencia no me la pagarás con tu regreso, sino con una eternidad febril como una galería de auxilios.
Ya nadie se echa al mar. Los nacidos desde el 12 de junio sólo llevan tu nombre. Las raíces de los árboles erguidas han abierto minas hacia ti como un hambre marino y ahora tu barrio es completamente bosque. Las ciudades se han ofrecido como hogazas. La sal se ha vuelto negra. Las olas entraron y se nos llevaron.
Suena el mundo y son cigarras, jadeos, aullidos desbocados. Pero tú que ahora deshojas el filo de todos los augurios, que a tu paso dejas estelas boreales como cometas arrodillados que sembrarán los campos con rías de mercurio, Tú, tú vendrás con un solsticio de nieve a mitigarnos el dolor de estas heridas y frutos rojos de volcanes despiertos brotarán como nubes de semilla en el amor oscuro, en cada patio, en todas las ventanas. Y la grupa montañosa de tu calle, asfaltada con almendros dorados y alfombras de luciérnaga, será hollada por los hijos libres de todas las infancias. Y hacia el sur ningún libro será abierto en tu próxima víspera, lo juro.
En lo que a mí respecta, cegado por un brillo mortal, enloquecido como un sueño y quieto para siempre, me declaro en rebeldía. Como una plañidera que de tanto llorar se ha borrado tus ojos de los suyos

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